jueves, 7 de febrero de 2013

"Cumpleaños" y otros días de la semana

¡Hoola! Escribo de nuevo porque hace unos días fue mi cumpleaños. Para mí no es que sea nada especial: hace mucho que dejé de celebrarlo, y me parece un día como otro cualquiera, en el que (si puedo) aprovecho para tomar algo con algunos amigos o con la familia. Igual que pude haber salido a tomar una cerveza el día anterior, y como solemos cenar juntos en casa habitualmente. Igual. Y si nadie se apunta ese día, pues cualquier otro. Igual. Ni siquiera menciono que es mi cumpleaños.  Porque es una fecha más.
El caso, que ya por la mañana me desperté leyendo un montón de mensajes con felicitaciones. A lo largo del día llegaron muchos más, y alguno despistado los días posteriores… muchos de personas con las que ya no tengo mucho contacto, y otros de amigos cercanos. Todos de gente con la que por una cosa u otra tuve la suerte de coincidir en algún momento, y que se molestaron en escribir unas líneas. Agradezco que se hayan parado unos segundos a felicitarme, pero también quiero explicar aquí el motivo por el que no hace falta.
¡Claro que hace años yo también lo hacía! Sobre todo con el “boom” de las redes sociales… era una gozada que Facebook o Tuenti te recordasen cada día quién cumplía años, y así poder dejarle la felicitación correspondiente. De esta forma, la persona sabía que te habías acordado de ella, y podía ver en su “muro” o “tablón” un sinfín de buenos deseos en “su día”. Muchos. Y a casi todo el mundo le gusta saber que se acuerdan de él.
Personalmente, a mí empezó a dejar de gustarme cuando (supongo que en época de exámenes, ya ni me acuerdo) dejé de entrar en las redes sociales de forma regular. Al no visitarlas cada día, me perdía algún cumpleaños, me acordaba un par de días más tarde, o se me olvidaba por completo aún habiéndolo leído en Facebook... ¡qué desastre! Y empecé a darle vueltas: esta persona me importa, pero se me olvidó su cumpleaños. Bueno, son cosas que pasan, la vida sigue, pero… ¿y si le pareció mal? Igual piensa que no le felicité por algo que hizo, o no le hace gracia que no le haya puesto una felicitación a él o ella pero sí a X amigo en común… Que (cruzo los dedos) espero que no sea el caso, pero siempre hay que contemplar la posibilidad… Y entonces decidí que nada, a partir de ese momento, no iba a felicitar de la misma forma.
Que no es que me haya vuelto una aburrida o una desconsiderada (igual ya lo era antes, pero no voy a serlo más por cambiar en esto), es sólo que me parece más práctico… Lo que no quiero es hablar con determinadas personas sólo un día al año, y que sea sólo para decirles un escueto felicidades. Creo que prefiero algo más. Lo que hago desde entonces es hacer caso omiso de los avisos de cumpleaños de Facebook y similares, y felicitar sólo cuando de verdad me he dado cuenta de en qué día vivo y de que esa fecha coincide con el cumpleaños de alguien a quien aprecio. Entonces mando un mensaje privado ese día u ocho semanas más tarde, cuando me doy cuenta de que se me olvidó. Y es cuando me acuerdo de alguien cuando doy señales de vida. O cuando mando un mensaje largo interesándome por qué está haciendo en ese momento. O garabateo una carta (¡a casi todo el mundo le gusta recibir cartas!). O pregunto cuándo tomaremos un café para ponernos al día. Pero invitaciones de las que se cumplen, fijando un día D a una hora H, y que son sólo canjeables por una llamada a través de Skype, si algo se tuerce.
Y por eso sólo felicito los cumpleaños de Pascuas en Ramos, y por eso me gustaría pedir disculpas si ahora mismo me está leyendo alguien a quien le hacen mucha ilusión esas cosas. Supongo que ya os habréis dado cuenta de que hago las cosas así, pero quiero aclararlo por si hubiese alguna duda. Que no estoy enfadada ni me pasa nada, es sólo que quiero tener relaciones más “personales”, si esa es la palabra. Y como no somos perfectos, y como puedo asegurar que si una red social no me recuerda en qué día vivo y cuántos días quedan para los cumpleaños de mis amigos no me voy a acordar ni de una docena de ellos, prefiero hacerlo de otra manera. Supongo que así también tiene un valor especial el acordarme de alguien con quien ya no trato mucho, un día cualquiera.
¡Pues eso era todo! Muchas gracias de nuevo por las felicitaciones, a aquellos que se han acordado :). Pero también muchas gracias a los que piensan en mí un miércoles a las diez, a los que me escriben algún mensaje tomándome el pelo, o preguntando cómo me va, o poniéndome al corriente de su situación y de sus viajes. Gracias a los que hablan conmigo todos los días, a los que me invitan a una cerveza, y a los que llaman el día de SU cumpleaños. Y, de ahora en adelante, no os preocupéis por escribirme un tres de febrero… que (si os apetece) lo agradezco, pero no más de lo que lo haría cualquier otro día en que me dieseis un toque al móvil para salir a tomar un café.

Un abrazo fuerte,
Julia

miércoles, 15 de agosto de 2012

Cómo salvar una vida en cinco días


Aquí estoy de nuevo. No había escrito antes porque no tenía apenas tiempo durante el curso y, aunque ya pensaba escribir acerca de este tema, aún no sabía cómo abordarlo. Ya me he decidido, así que empezaré desde más o menos el principio:

Soy voluntaria en el hospital, en oncología pediátrica, desde el año 2010. Allí, los voluntarios jugamos con los peques que ingresan en el hospital para tratar de hacerles las horas más llevaderas. Hacemos manualidades, jugamos con juguetes o plastilina, pintamos con témperas y muchas veces bailamos o nos echamos carreras por los pasillos. Nuestros niños lo pasan fenomenal y están con una sonrisa en la cara constantemente, dándonos a los mayores una lección de vida. Da igual que el pecho duela, que la comida no siempre guste, o que los medicamentos sean en ocasiones difíciles de soportar, ya que siempre buscan los ánimos para pasarlo bien, sea cual sea la situación. Los niños son unos valientes donde los demás flojearíamos, y es en ellos en quienes debemos fijarnos para aprender.

También soy donante anónima de médula desde el año 2011, ya que es este tipo de trasplantes los que precisan los pacientes con leucemia. Como podréis imaginar, es imposible no planteárselo viendo cada día lo importante que es y la falta que uno hace. Empecemos con las cifras: 1 de cada 4 pacientes encuentra un donante compatible entre los miembros de su propia familia, por lo que el otro 75% deberá confiar en encontrar un donante anónimo. La posibilidad de que dos personas no emparentadas sean compatibles es de 1 de cada 40.000. España alcanzó hace unas semanas los 100.000 donantes anónimos, pero el caso es que podríamos ser muchos más. Creo que el origen del problema radica en el gran desconocimiento que hay respecto a este tema y los procedimientos usados, y es por esto por lo que escribo de nuevo en el blog. No voy a utilizar palabras técnicas, ya que quien quiera dar el paso puede informarse en el hospital o autobús de donaciones más cercano, y yo no tengo los conocimientos necesarios para explicar algo así, aunque sí que voy a comentarlo muy por encima para que os hagáis una idea.

Lo primero que me dijeron cuando subí al hospital a solicitar más información, es que hay dos formas de donar médula. El procedimiento más habitual, una vez que se ha determinado que una persona es compatible, dura unos cinco días. Durante este tiempo, el donante recibe unas inyecciones para favorecer la producción de progenitores hematopoyéticos y que la sangre extraída sea idónea. Así, a los cinco días, el donante sube al hospital, donde mediante una especie de diálisis se le saca sangre de un brazo para que, atravesando una máquina, vuelva a entrar por el otro. Este proceso dura unas seis horas, y el donante puede volver a su casa ese mismo día.

En caso de que al receptor no le valga la médula extraída por este sistema, la otra posibilidad es la de hacer las extracciones de las crestas ilíacas posteriores. Esto puede hacerse mediante anestesia epidural o general, aunque se suele hacer con anestesia general para comodidad del donante. En estos casos, el donante permanece una noche en el hospital antes de darle el alta, para asegurarse de que está perfectamente.

Una persona puede donar médula varias veces en su vida, y la extracción no perjudica al donante. Los efectos secundarios pueden ser algo incómodos durante algo menos de una semana, debido a la anestesia suministrada, pero nada grave. De todas formas, en mi opinión tener algo de dolor durante unos días no es nada comparado con lo que acabas de hacer. Con un tubito de sangre acabas da dar esperanza a una persona, a una familia, y has dado el primer paso para que salve su vida para tener una tan feliz como puede ser la tuya. Cualquier familiar se pondría en tu lugar rápidamente y sin pensarlo, pero la compatibilidad es una lotería e igual la única esperanza eres tú. Haciéndote donante pasas a formar parte de la REDMO, y tus datos pasan a un banco donde se comprueba la compatibilidad de personas de todo el mundo. 1 de cada 40.000 es un porcentaje muy bajo, y puede haber alguien en cualquier país que te esté necesitando para sobrevivir. De la misma forma, también puedes ser tú quien algún día lo necesites y dependas del acto valiente y altruista de un ciudadano anónimo como tú.

Desde luego que no quiero hacer sentir a nadie mal o culpable, si no animar. Me parece muy importante aportar algo para que al menos una persona más se plantee el hacerse donante, y que cada vez que le suene el teléfono móvil con un número que no conoce piense con alegría que igual le necesitan en el hospital. Creo en la solidaridad y en las personas, y en que somos muchos los que queremos hacer un mundo más humano.

Julia

viernes, 30 de diciembre de 2011

Unas vacaciones diferentes

Ya cuando empecé a estudiar filología inglesa, sabía que iba a tratar de aprovechar cualquier oportunidad que me surgiese para viajar y conocer otros lugares y otras culturas, amén de hablar otros idiomas. Me pareció muy interesante la idea de irse de au pair, así que decidí buscar alguna oferta que me permitiese mejorar mi inglés. Una chica au pair es aquella que pasa una temporada en un país en donde habla una lengua diferente a la materna, y trabaja sin sueldo como niñera, a cambio de alojamiento, dietas y lo que llaman “pocket money” o dinero para gastos personales.

Una vez decidido, me apunté a una página web que gestionase todo aquello. Probablemente hubiese sido más cómodo contratar una agencia, pero lo único que me garantizaban era que un número de familias me entrevistaría. Vamos, lo que hacían era poner en contacto a ambas partes, y allí terminaba su labor. Como el precio me pareció excesivo, me lancé a la aventura por mi cuenta y, tras registrarme en una página gratuita en la que se anunciaban tanto familias como personas que querían trabajar, me puse manos a la obra. Lo que más me interesaba era ir a Reino Unido o Irlanda, pero aquello estaba saturado: cada familia tenía muchísimas solicitudes, y sería muy complicado que nadie me eligiese (yo no tenía aún 21 años: la edad mínima que se suele requerir allí para este trabajo). Entonces, empecé a barajar irme a Francia. Aunque no era exactamente lo que buscaba, también sabía francés y seguiría siendo algo diferente. Tras meses intercambiando emails y llamadas telefónicas con una familia francesa, por fin, me eligió para el puesto.

¡Así que ya estaba decidido! Me iría a Maubec, un pueblecito de la Provenza situado a unos 30 km de Avignon. Pasaría allí un mes y una semana, y me encargaría de los tres niños: un niño de 14 y los mellizos de 4 años. La verdad es que parecía que iba a resultar algo lioso, ya que con los niños pequeños debía hablar en inglés, y con los padres en francés. Además echaría un cable al niño mayor y a la madre con algunas cuestiones de español, porque tenían ya unas nociones y querían practicar.

Durante el viaje de ida, no hacía más que preguntarme si había hecho una buena elección, pero mis dudas se disiparon en cuanto conocí a la familia, ya que eran muy agradables y me hicieron sentir en todo momento como en casa. Fue una sorpresa que los niños abandonaran tan pronto la timidez y que todo fuese como la seda con ellos, a pesar de su corta edad. El tiempo que pasé con ellos fue muy interesante, ya que aprendí muchas cosas y visité varios lugares de la Provenza.

Por semana, lo que yo tenía que hacer era levantar a los chavales y prepararlos para ir a dar un paseo hasta el pueblo, donde aprovechábamos para comprar el pan (de vez en cuando caía también alguna chuchería...) y pasar un rato en los columpios o jugando en el césped. Cuando empezaba a hacer demasiado calor, volvíamos a casa y jugábamos o hacíamos manualidades mientras les preparaba la comida. Después de comer echaban la siesta (yo aprovechaba para leer un rato), y jugábamos o bailábamos hasta que llegasen los padres del trabajo, para luego irnos todos a la piscina. Cenábamos muy pronto, así que luego jugábamos todos juntos a algún juego de vocabulario, a las cartas, o salíamos a ver si se habían despertado ya los murciélagos que vivían en el jardín. Cuando ya era la hora, yo les contaba un cuento (muchas veces traducía sobre la marcha alguno que me sabía de cuando era pequeña) y les acostaba. Pese a que parezca una jornada muy repetitiva, nos las ingeniábamos para hacer cada día algo distinto que motivase a los chicos. Una de las cosas que más les gustaba era ir a cazar mariposas (liberándolas luego,por supuesto), aunque también correr por el campo de camino a casa fingiendo que eran aviones o modelar y pintar figuritas de arcilla, por poner algún ejemplo. La verdad es que no nos aburríamos y lo pasábamos muy bien. He de decir también que todo lo que hablaban conmigo era en inglés, y pocas veces utilizaban el francés. Para mí, fue una sorpresa el ver cómo niños de cuatro años me preguntaban “Julia, ¿cómo se dice 'mariposa' en inglés?” y mostraban unas ganas tan grandes de aprender jugando.

Durante el fin de semana los padres no trabajaban, así que nos llevaban siempre de excursión. Fuimos a Gordes, Roussillon, Oppède, L'Isle sur la Sorgue, Ménerbes... un montón de sitios encantadores donde hubiese pasado mucho más tiempo del que les dedicamos. Pero tiempo era lo que no tenía, ya que sólo podíamos ir los fines de semana, y también es cierto que quería visitar todos los lugares que me fuese posible.


Parece irónico el haber ido ya dos veces a Francia y no haber estado aún en París, pero la verdad es que no me preocupa. Las comparaciones son odiosas, y creo que cada lugar tiene una serie de características que lo hacen único. Además, no hay que olvidar cómo se visita cada sitio, y creo que no podía haber encontrado una forma mejor para conocer estos lugares que yendo de au pair. Ya lo pensaba al término de mi estancia allí, pero cuantas más vueltas le doy, más de acuerdo estoy en lo enriquecedor que fue el vivir unas vacaciones muy diferentes en todos los sentidos.


Hasta pronto, 
Julia

martes, 18 de octubre de 2011

Proud of Knowing Someone Exceptional

Acabo de terminar una pequeña redacción para el jueves, y me gustaría compartirla aquí. No conozco a ninguna María que sea profesora, aunque doy fe de que esta persona existe. Ahora me voy a ir para la cama porque estoy rendida y mañana madrugo...

Este es sólo mi pequeño homenaje a alguien que no necesita visitar esto para saber lo orgullosos que estamos de ella.

Proud of Knowing Someone Exceptional

I firmly believe that I have got a friend who is worth her weight in gold. Her name is María, and I think she is one of those people who should win an award simply for being the way they are.

María is a devoted teacher. She has worked with children and teenagers all her life. Besides sometimes being a hard job, she has never regretted her choice. Even if the school in which she teaches does not have a lot of resources, this does not stop her for sacrificing her time and tranquillity in order to make sure that every maladjusted pupil has access to a proper education.

Despite living in a quite exhausting way, María always wears a smile. She is a very cheerful woman who is full-time available for her family and friends; the kind of person on whom you can rely for anything. I would like to lay emphasis on the fact that she knows what the important things are that matter in life, and she dedicates herself to them.

Even so, she still finds time for herself. She spends it reading books and playing sports. As she likes paddle tennis a lot, she is often arranging friendly matches and encouraging acquaintances to do the first step in the court.

In my opinion, all of this makes her a clear example of someone who should win an award. There is a strong tendency to reward poets, athletes and chemists, but I consider something to be missing. We, social beings, need people like María as much as poets and doctors. The world needs a change and we have to make an effort to consider these individuals who are the glue that holds all of us together.



Hasta mañana, Julia

viernes, 17 de junio de 2011

MEU 2011 o Cómo saltar en paracaídas

¡Buenos días! Sé que hace mucho desde que escribí mi primera entrada en este blog, pero no he parado desde entonces. Llevo un ritmo de vida bastante ajetreado, y trato de abarcar demasiadas cosas en mi día a día.

Precisamente,esto me recuerda a una experiencia que tuve hará unos cuatro meses y que me puso a prueba psicológicamente: ser periodista en Model European Union 2011.

MEU es una simulación política europea que trata mostrar a los jóvenes de Europa cómo funciona la Unión. La idea se llevó a cabo por primera vez en el año 2005 y, desde entonces, se ha repetido periódicamente y con una mayor acogida cada vez. Este año, fuimos 180 participantes y pudimos elegir entre roles tan variados como: miembro del Parlamento Europeo, intérprete, lobby, o periodista.

Me enteré de la simulación gracias a un correo electrónico que me mandaron en mi universidad y, sin pensarlo apenas, decidí participar. Ya daba por hecho que no tenía ninguna posibilidad de que me seleccionasen, pero no me gusta ser yo quien me ponga límites. Pese a que me llevó muchísimo tiempo y tremendos quebraderos de cabeza el escribir la redacción, el artículo, las dos cartas de motivación y pedir a un profesor que me escribiese la carta de recomendación, lo consideré un proceso de aprendizaje para cuando, más tarde, necesitase hacer algo así. Envié mi solicitud el día antes del fin del plazo de inscripción y me olvidé de la simulación para pensar en otras cosas más factibles.

Ya os podéis imaginar mi sorpresa al ver que había sido seleccionada. Lo primero que pensé fue en no confirmar mi asistencia, ya que no me veía lo suficientemente preparada (¡había mandado mi solicitud casi “por probar”!) pero me vi en el deber moral frente a mí misma de terminar aquello que había empezado y atenerme a las consecuencias. Así pues, dediqué el mes que me quedaba antes de la simulación a informarme todo lo que pude acerca de todos los engranajes de la Unión Europea, las dos propuestas que se iban a debatir en marzo, y las políticas de cada uno de los países participantes, amén de buscar técnicas, palabras y frases hechas que me ayudasen a la hora de escribir los artículos. ¡Fue una locura! Además, esto debía compaginarlo con la búsqueda de un medio de transporte económico y ropa adecuada, los estudios en la universidad, las prácticas de coche en la autoescuela, y el voluntariado; porque no quise dejar nada de lado. Al final, no sé cómo, lo conseguí; y emprendí un viaje de 20 horas (ya que tuve que hacer noche en el aeropuerto de Madrid) hacia Estrasburgo.

Fue una semana bastante estresante porque cada día debía salir el periódico a la hora fijada y algunos periodistas tuvimos que escribir varios artículos de cada vez porque no éramos demasiados en el equipo. También estábamos operativos las 24 horas del día, en busca de noticias, y perdiendo horas de sueño si queríamos asistir también a las actividades culturales que estaban programadas. La agenda era bastante apretada, pero es lógico si se quería condensar todo en una semana que se hizo tremendamente corta.

A pesar de los nervios, las prisas, y el agobio, fue una experiencia increíble. Conocí otra ciudad en la que no había estado nunca, practiqué francés e inglés y descubrí los nervios de formar parte de algo “importante”, de marcar un hito en la historia de Model European Parliament. De todas formas, y para mí, lo más destacable son las competencias que desarrollé en una simulación de estas características. Aprendí muchísimo de cada uno de los 180 participantes: otras culturas, nuevos estilos de vida, las experiencias y conocimientos que ellos compartieron conmigo. Al final, lo que tanto me había preocupado, que era el no estar a la altura de lo que se esperaba de mí, resultó no ser tan importante. Desde luego que tuve que trabajar duro, hacer frente a responsabilidades y procurar no cometer errores, pero todos somos humanos y, de una forma u otra, conseguimos llevar entre todos la simulación a buen fin.




Me suelen decir: ¡anda mira, vaya bien que te vendrá para el curriculum! Pero eso es lo menos importante. Volvería sin dudarlo a repetir la experiencia aunque no pudiese hacer constancia de ella en ninguna parte, y estoy segura de que la disfrutaría muchísimo más: sobre todo, porque haría hincapié desde el principio en lo que de verdad importa.

En ocasiones, como para saltar en paracaídas, hace falta un empujón; y tenemos que estar seguros de que podremos arremeter nosotros, por si acaso en el momento preciso no hay nadie detrás.

Julia.

domingo, 29 de mayo de 2011

Para todo hay una primera vez...

...y una segunda, y una tercera. Digo esto porque ya había tratado de escribir más blogs, pero siempre me arrepentía de las tonterías que escribía y terminaba borrando todo antes de que quedase olvidado para siempre en las entrañas de la Red.


Es gracioso, porque cada vez que empiezo a escribir algo así, me pregunto si debería poner mi nombre y apellidos, o sólo un seudónimo, o jugar a la ambigüedad, sin más. Creo que esta vez voy a dejarlo como está, con mi nombre y apellidos. No voy a tratar temas trascendentales ni descubriré la cura de ningún mal, pero será un pequeño espacio para escribir aún no sé el qué, con los pies en el suelo, y desde mi experiencia. La única certeza que tengo es que todo lo que escriba aquí será porque pienso que se merece tener unas palabras en alguna parte.


Bueno, aprovecho para presentarme. Soy una estudiante de filología inglesa que trata de no quedarse en eso, y aprovechar cada momento al máximo haciendo cosas que le llenen. No tengo demasiado tiempo libre, pero creo que esa es una de las cosas que más me gustan. No me asusta llevar un ritmo de vida bastante frenético, mientras sepa por qué hago todo, y qué es lo que me aporta en mi día a día y me dará lecciones para un futuro más o menos cercano.


Lo único que echo en falta es no tener el tiempo suficiente para hacer deporte sin restar horas de sueño y para leer un poco más, pero todos sabemos que nadie es perfecto, y yo no voy a ser la excepción. Pues así me despido y espero estar de vuelta muy pronto, con unas palabras que añadir a este universo que es Internet.


Hasta la próxima, Julia